Solitaria camina la bikina

Debo confesar una cosa: jamás he visto Operación Triunfo, ni esta edición que acaba de terminar ni ninguna de las anteriores. Aun así, si bien no sé nombrar apenas ninguno de los concursantes de las anteriores ediciones, sí sé perfectamente lo que ha ido ocurriendo en esta edición a pesar de no haber visto el programa. Imagino que, como yo, habrá muchos que se encuentren en esta misma situación.
Mientras que las anteriores ediciones iban cayendo en el olvido de la mente del espectador una vez acababan, OT2017 se ha convertido en todo un fenómeno social. Para hablar en términos más técnicos, OT ha pasado de ser un producto en obsolescencia o declive a vivir un nuevo relanzamiento. Esta edición, sencillamente, ha resucitado un programa que parecía estar en sus últimos estertores.


La clave de este repentino éxito no se encuentra en los concursantes, ni en el ligero cambio de formato del programa, ni en jurados más famosos o invitados más célebres. La clave está en cómo se ha llevado la promoción de este programa frente a las anteriores ediciones. OT tuvo muy claro cual era su segmento de mercado. Querían recuperar a los antiguos espectadores, los que en su día vivieron la historia de amor de Chenoa y David Bisbal, y eso era fácil de conseguir emitiendo el programa en la televisión y haciendo que Anne Igartiburu mencionara las últimas novedades en su programa diario. Esto era, sin embargo, un nicho. OT2017 sabía que con los antiguos espectadores solamente conseguirían ser una edición más sin pena ni gloria. Por tanto, debían ampliar sus clientes potenciales.

Fueron a por los millenials. Decidieron captar como público a esos adolescentes (o adultescentes) de entre 12 y 30 años que se suelen acostar tarde para ver como acaba Masterchef, a esos jóvenes que no suelen ver la televisión, sino que recurren a Netflix o a otras plataformas similares. ¿Cómo captar la atención para un programa de televisión de personas que no ven la televisión? La respuesta es sencilla: antes de ver Netflix, estos adultescentes dedican su tiempo a las redes sociales. Fue ahí adónde se dirigió OT: es difícil hacer que alguien que no ve la televisión decida verla, así que lo inteligente es llevarle el programa de televisión a su ordenador.
  

Fue un ejemplo más de cómo el marketing 3.0. (incluso 4.0.) está revolucionando nuestras vidas. OT se hizo un hueco en las redes sociales que se tornaba mayor con cada semana que pasaba. Twitter, Instagram, Snapchat, un canal de Youtube... Incluso crearon una aplicación en la que los espectadores podían votar gratis para salvar a los distintos candidatos. Los espectadores, más convertidos en fans, apoyaban, criticaban y animaban a sus concursantes favoritos, hasta el punto de convertir OT en trending topic en más de una ocasión. Esta avalancha de información sin precedentes es lo que ha conseguido que prácticamente nadie sea ajeno a OT2017, haya visto o no el programa e independientemente de la opinión que este programa le merezca. Este conjunto de actividades, sin embargo, no son las únicas. OT 2017 fue la primera edición en la que los propios concursantes también podían tener acceso a las redes sociales y publicar "a su antojo" distintos contenidos.



Esta novedad, este éxito sin precedentes en las redes sociales, es lo que ha permitido al programa pasar de ser un remake olvidable a ser un verdadero fenómeno social, a la altura de la primera edición de OT. Desde luego, los community managers de OT 2017 se merecen un aplauso. Por último, os dejo los enlaces a dos artículos que también tratan este tema:
https://www.marketingdirecto.com/digital-general/social-media-marketing/operacion-triunfo-5-claves-hablar-los-millennials
http://www.poligonodelmarketing.com/ot-2017-fenomeno/

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